Llévale un regalo a tu mamá como sorpresa.
Muchos de nosotros fuimos bastante traviesos en nuestra infancia. ¿También eras de los que pintaban las paredes? ¡Y seguro que a tu mamá no le impresionaba mucho tu obra de arte!
Quizás aún recuerdas también los cuentos que tu mamá te contaba cada noche cuando no podías dormir.
Tu mamá solía ser siempre la que pasaba detrás tuyo para limpiarlo todo. Juguetes, ropa, casi todo... Tenía un sentido del orden escondido en su interior.
¡Los zapatos y la ropa de mamá eran los más elegantes! Después de todo, ¿quién no querría parecerse a la mejor mujer del mundo?
A veces, comíamos más de lo que ayudábamos en la cocina... Pero siempre hemos aprendido de la mejor chef: nuestra mamá.